La sartén por el mango

lunes, diciembre 25, 2006

Mini-mal, un concepto a medias

Seguramente habrán escuchado sobre Mini-mal, en Bogotá. Quizá les han dicho que es extraño, maravilloso, complejo, sabroso; que se trata de un ejercicio de invención culinaria; que pegado al comedor tiene una tiendita de objetos de diseño… En fin. Es cierto que se trata de uno de los locales más sorprendentes de la ciudad. Pero luego de visitarlo una y otra vez por fin he comprendido qué es lo que me molesta de este sitio: la falta de ambición. ¡Despierten, por favor! ¡Es hora de sacar a Mni-mal de su concha!

Veamos. La carta de vinos es corta pero sustanciosa y sorprendentemente bien explicada, que es algo de lo que carece la mayoría de restaurantes. La última vez que pasé por allí elegí un rico Montes 70% Cabernet Sauvignon y 30% Carmenere. Los meseros, entre ellos Fabiany, un caleño de risa fácil, son informales y amables, no malencarados ni sindicalizados como los de algunos encumbrados restaurantes. Sin embargo, por buena que sea su voluntad, son pocos, y con el comedor repleto se vuelven un ocho y los platos terminan llegando en desorden y a destiempo.

Como entradas ordené el Sutamerchán, que es una receta del siglo XIX: longanizas pequeñas, dulzonas y provocativas, elaboradas con carne magra de cerdo y leche de almendras, conservadas en Pony Malta y acompañadas con tortillas de papa criolla al estilo de un rosty del norte de Europa. ¡Qué maravilla! ¡Son explosivas! El ceviche de raya ahumada con cáscara de coco, limón y salsa de tomate casera también es una entrada digna de resaltar: con sabor a leña, generoso y acompañado con finas y crocantes tostadas de patacón. Otro detalle interesante es que ofrecen jugos de frutas del Amazonas, como arazá, copoazú y cocona, además de tamarindo, borojó y lulo con hierbabuena, entre otros.

De plato fuerte me dejé tentar por los meritos baby salteados por ambos lados y terminados en anillos de cebolla caramelizada y salsa de lulo, quizá muy dulces, casi hostigantes. Es un plato que luce espectacular, pero en realidad la porción es pequeña y resulta algo engorroso para comer. Por otro lado, los fileticos de lomo de res salteados en curry verde y terminados con leche de coco, resultaron penosamente resecos y sobre cocidos. Alguien en mi mesa ordenó un sánduche de muchacho, queso paipa y hierbabuena en el que la carne no es más que una telita de ínfimo grosor. Pésimo detalle. No me gustan las cocinas tacañas. Además, tengo que decir que las guarniciones son tan terriblemente desacertadas que ni quitan ni ponen, más bien estorban.

De postre, la cosa estuvo mejor: una torta de vainilla y chocolate con amapola y helado, suave y delicada; y un soberbio envuelto de mazorca que merece aplausos, macerado en brandy, dorado, bañado con una suave salsa de lulo y acompañado con helado de vainilla. Además de ser riquísimo, este postre es una muestra del nivel de creatividad en el concepto de Mini-mal.

Estamos ante un ejercicio de investigación y creación culinaria que se está malogrando por la falta de ambición de los autores. Después de cinco años el local sigue luciendo desvencijado, la decoración… ¿decoración?, los platos, que como concepto son obras de arte gastronómico, carecen de presentación y, peor que eso, están desajustados en su cocción. Y digo esto no por criticar llanamente, sino porque creo que un concepto tan original como el de Mini-mal podría conseguir un éxito exponencialmente mayor al que ha tenido hasta ahora. El problema, creo yo, es que se han conformado con hacerlo bien, pero podrían hacerlo mejor.

Mini-mal
Dirección: Carrera 4A N° 57-52.
Teléfono: 347 5464.

teodoromadureira@hotmail.com

1 + Comida
2 +++ Creatividad
3 Presentación
4 ++ Carta de vinos
5 + Ambiente
6 ++ Atención
Total 9 de 18

Precio $$

1 Comments:

  • De acuerdo Teo, y feliz año. Minimal tiene un enorme potencial

    By Anonymous Anónimo, at 10:28 a.m.  

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